martes, 6 de febrero de 2018

HACE UN AÑO...

Salí tan nerviosa como llegué: Roma me recibía con su delicioso caos. Llegué a Fuimucino, un aeropuerto que no conocía ya que la vez anterior había llegado en tren.
Paseé sin prisa buscando la salida a la calle. Debía tomar un tren hasta Ostia. Pero todo llamaba mi atención; me paraba a cada paso, escuchando con deleite aquellos fonemas cantarines y sonreía, feliz, consciente de la aventura maravillosa que acababa de comenzar. Me esperaban días y noches hermosas, llenas de la contemplación del Arte, ejercicio predilecto de mi alma, alimento como el pan para mi subsistencia, deseo primero de mi corazón.
Estaba en Italia. Por fin mi sueño de recorrerla comenzaba, en esta ocasión hacia el norte, hasta mi Venezia adorada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario